viernes, 24 de junio de 2011
miércoles, 8 de junio de 2011
EDUVIGES PORTALET, ORACION CONTEMPLATIVA
NO HAY VIDA SIN CRUZ
La vida del cristiano no está exenta de la cruz y del Getsemaní, es más, estas dimensiones en la historia del creyente purifican su fe, como el oro se hace puro en el fuego del crisol.
La cultura de hoy está cada vez más secularizada, una cultura de muerte, un relativismo que viene a ser un paganismo completo en este milenio, cuyos parámetros nos confunden.
La opción por la vida cristiana, por la coherencia, requiere una conciencia clara de la fe, de la identidad cristiana y una respuesta a la gracia para vivir coherentemente según el evangelio de Jesús y que la Iglesia prolonga con las orientaciones de su Magisterio. Se trata de vivir cotidianamente en Cristo y según Él, ese es el camino a la santidad.
La oración es el diálogo, la interrelación de la criatura con el creador, de donde sale la luz y la fuerza de seguir caminando con esperanza. La oración es tan necesaria para el creyente para respirar humanidad, divinidad y santidad, es tan esencial para el cristiano, como es esencial el agua para los peces.
Por eso descubrimos que la oración de Eduviges Portalet está bañada con el suave rocío de la gracia divina que pone el tinte intenso de la fe y la fuerza para enfrentar con serenidad el riesgo tácito de abandonarse en las manos de la providencia, que no la exime de la cruz y del Getsemani. Esta coincidencia y sintonía de Eduviges Portalet con el Espíritu Santo hace que la gracia sea fecunda en su vida y que la vida de sus prójimos estén iluminadas por el amor, la paz y la serenidad.
La cultura de hoy está cada vez más secularizada, una cultura de muerte, un relativismo que viene a ser un paganismo completo en este milenio, cuyos parámetros nos confunden.
La opción por la vida cristiana, por la coherencia, requiere una conciencia clara de la fe, de la identidad cristiana y una respuesta a la gracia para vivir coherentemente según el evangelio de Jesús y que la Iglesia prolonga con las orientaciones de su Magisterio. Se trata de vivir cotidianamente en Cristo y según Él, ese es el camino a la santidad.
La oración es el diálogo, la interrelación de la criatura con el creador, de donde sale la luz y la fuerza de seguir caminando con esperanza. La oración es tan necesaria para el creyente para respirar humanidad, divinidad y santidad, es tan esencial para el cristiano, como es esencial el agua para los peces.
Por eso descubrimos que la oración de Eduviges Portalet está bañada con el suave rocío de la gracia divina que pone el tinte intenso de la fe y la fuerza para enfrentar con serenidad el riesgo tácito de abandonarse en las manos de la providencia, que no la exime de la cruz y del Getsemani. Esta coincidencia y sintonía de Eduviges Portalet con el Espíritu Santo hace que la gracia sea fecunda en su vida y que la vida de sus prójimos estén iluminadas por el amor, la paz y la serenidad.
La oración contemplativa, profunda y constante de Eduviges Portalet es el secreto de esa intimidad con Dios de donde brota su caridad intensa y su amor por la humanidad sin luz.
La Palabra de Dios fue su libro de día y de noche, esa palabra que se hacer verbo, que se hace vida, por ello la lectio divina iluminó su caminar de rutina y de vida.
Eduviges Portalet: Portadora de la Luz
Eduviges Portalet fue llamada a la vida para ser portadora de la Luz, predicadora de la verdad pues se hizo transparente, para que la luz de Cristo brillara a través de su misericordia y ternura por aquéllos que no conocían la luz, ni se sabían “Hijos de la Luz”.
Eduviges Portalet, en servicio de quienes se identifican con diversos rostros de la pobreza humana: económica, social, cultural, y desde luego física por la ceguera. El apostolado con ellos le significa una superación valiente de pruebas inauditas, una verdadera comunión con la "locura de la cruz". Apoyada en Dios, con una fe inquebrantable y una resistencia heroica, recupera esta misión, que le fue arrebatada.
Luego de su gran obra y entrega a la misión de los sin luz, un 16 de Noviembre de 1894 a los 68 años de edad y 31 años de Profesión Religiosa, su alma se abrió como una flor en el perfumado jardín de la eternidad, dejando así el invierno de la tierra para ingresar a la primavera eterna de la felicidad del cielo. Recordemos siempre su vida calcada en este mensaje:“Evangelizar Educando y Educar Evangelizando”.
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