En la vida de Eduviges Portalet la presencia del Espíritu Santo es central pues él la conduce por un claro camino: la vida consagrada a los desposeídos de luz física inicialmente, después a los in luz de la fe, la educación y la cultura.
La Congregación de María Inmaculada de Marsella, le depara una misión: la educación de los niños ciegos. Su carisma se encarna después con los desposeídos de la luz del reconocimiento de la dignidad de persona humana (los enfermos del leprocomio de Cuenca-Ecuador). Posteriormente a los desposeídos de la luz de la educación, la cultura, la fe (escuelas y colegios).
Toulouse representa una consagración tenaz y decidida de Eduviges Portalet, al servicio de quienes se identifican con diversos rostros de la pobreza humana: económica, social, cultural, y desde luego física por la ceguera. El apostolado con ellos le significa una superación valiente de pruebas inauditas, una verdadera comunión con la "locura de la cruz". Abandonada a la providencia de Dios, con una fe inquebrantable y una resistencia heroica, enraizada en Jesús eucaristía siempre recupera esta misión, que le fue arrebatada.
Sus hijas, las Dominicas de la Inmaculada Concepción, toman la bandera de la luz, para llevar el Evangelio de la Verdad a los que viven en las oscuridades del relativismo del tercer milenio, ancladas en el corazón de Cristo eucaristía que proclama y anuncia su misericordia y su caridad.
La Congregación de María Inmaculada de Marsella, le depara una misión: la educación de los niños ciegos. Su carisma se encarna después con los desposeídos de la luz del reconocimiento de la dignidad de persona humana (los enfermos del leprocomio de Cuenca-Ecuador). Posteriormente a los desposeídos de la luz de la educación, la cultura, la fe (escuelas y colegios).
Toulouse representa una consagración tenaz y decidida de Eduviges Portalet, al servicio de quienes se identifican con diversos rostros de la pobreza humana: económica, social, cultural, y desde luego física por la ceguera. El apostolado con ellos le significa una superación valiente de pruebas inauditas, una verdadera comunión con la "locura de la cruz". Abandonada a la providencia de Dios, con una fe inquebrantable y una resistencia heroica, enraizada en Jesús eucaristía siempre recupera esta misión, que le fue arrebatada.
Sus hijas, las Dominicas de la Inmaculada Concepción, toman la bandera de la luz, para llevar el Evangelio de la Verdad a los que viven en las oscuridades del relativismo del tercer milenio, ancladas en el corazón de Cristo eucaristía que proclama y anuncia su misericordia y su caridad.